El bromo parece algo siniestro que podrías encontrarte en el laboratorio del doctor Frankenstein. Pero quizás somos demasiado duros con los compuestos hechos con el elemento 35 de la tabla periódica.
Mientras lees este artículo, es probable que estés rodeado de bromo: en la silla o el sofá en el que estás sentado, en la alfombra del suelo, las cortinas de la ventana, o incluso en las paredes de la casa. También en la pantalla de la computadora.
Es probable que todas esas cosas contengan sustancias no naturales, como polibromodifenil éter (PBDE) o hexabromociclododecano (HBCD). Los compuestos bromados también se han hecho camino en la comida y en el agua que bebemos. De hecho, hasta hace poco se añadían a bebidas como la Fanta y el Gatorade. Pero fue demostrado que algunos de esos químicos son peligrosos para la salud, por lo que fueron prohibidos o retirados del mercado.
No obstante, la industria del bromo asegura ser víctima de la «quimifobia», un prejuicio irracional contra los productos químicos derivado de la ignorancia y la falta de información. El bromo salva vidas, aseguran.
Todo un desconocido
No cabe duda que el bromo puro es muy desagradable. Su nombre deriva de la palabra que los griegos utilizaban para «hedor».
«Cuando estaba en el colegio, nadie me advirtió de lo peligroso que era este compuesto», recuerda Andrea Sella, profesor del University College de Londres, mientras vierte parte del líquido rojo tóxico en un vaso precipitado, lo que provoca que se desprenda un humo marrón.
«Vertí un poco de bromo líquido en mi mano, me quemó la piel y me dejó una herida que tardó semanas en curarse», recuerda Sella.
El bromo es del grupo de los halógenos, elementos que ocupan la penúltima columna en la tabla periódica. Al cloro lo conocemos por las piscinas, al yodo, por los antisépticos y al flúor, por la pasta de dientes. Pero el bromo es el menos conocido de todos. Como es un halógeno, a los átomos del bromo les falta un electrón para completar su capa exterior, lo cual hace que sean muy reactivos y que se enlacen fácilmente con otros átomos.
Es por eso que el bromo puro es tan peligroso de manejar y nunca se encuentra en la naturaleza.
Regalo de la naturaleza
El bromo suele encontrarse en sales muy poco reactivas, de manera que para descubrirlo, hubo que aislarlo.

Y no uno sino dos químicos lo hicieron, cada uno por su lado, hace dos siglos: el alemán Carl Jacob Lowig a partir de aguas minerales en 1825 y el francés Antoine Balard a partir de algas de marismas en 1826.
Ambos utilizaron gas de cloro para separar los átomos de bromo de sus soluciones salinas, produciendo los humos acres que caracterizan al nuevo elemento. Hoy en día el bromo se extrae a escala industrial de lagos salados que son especialmente ricos en este elemento, sobre todo en el Mar Muerto.
«El Mar Muerto tiene la mayor concentración de bromo del mundo», dice Ilan Elkan, de la empresa Israel Chemicals, en las instalaciones de producción de bromo de la compañía, que son las mayores del mundo. «Es un regalo de la naturaleza. Igual que Arabia Saudita tiene el regalo del petróleo, nosotros tenemos el del bromo».
Del Mar Muerto al mundo

Elkan asegura que el bromo durará miles de años, mucho más que el petróleo de Medio Oriente.
La empresa obtiene agua del Mar Muerto y la trata en una gran red de piscinas de evaporación que utilizan energía solar para concentrar los minerales. La salmuera bruta (sal sin purificar) pasa por una serie de procesos en los que se extrae potasio, magnesio y cloro. Y también bromo. La mayoría de este subproducto tóxico se envía a todo el mundo en tanques gigantes revestidos de plomo. Elkan asegura que nunca ha habido ningún escape o vertido.
Menos sexo
El primer uso que tuvo el bromo fue en la medicina. Algunas sales, como el bromuro de potasio, se prescribían en el siglo XIX como remedio contra la epilepsia.

Pero tenían un curioso efecto secundario: reducían la libido, lo cual reforzaba la idea errónea, común en aquella época, de que la causa de la epilepsia era la masturbación excesiva. Este efecto secundario fundamenta la leyenda urbana que dice que al té de los prisioneros de la primera Guerra Mundial le añadían bromo para reducir sus impulsos sexuales.
El humo de los autos
El principal uso que tuvo el bromo durante la mayor parte del siglo XX, era muy perjudicial para la salud pública, como se descubrió después. Cuando se le empezó a añadir plomo a la gasolina para mejorar el rendimiento de los motores, se vio que unos depósitos se acumulaban y taponaban el motor.

La solución fue añadir compuestos bromados a la gasolina. Al quemar el combustible, el bromo se mezclaba con el plomo, produciendo bromuro de plomo, que se filtraba por el tubo de escape y el metal pesado, altamente venenoso, se expandía por las ciudades. Hoy en día ya no hay gasolinas con plomo o bromadas.
Pero el mayor uso del bromo en la actualidad, que supone el 41% del mercado, también provoca controversia.
Más tiempo para escapar
«Imagina que estás viendo la televisión y, en medio de un partido de fútbol, la televisión de pronto empieza a arder», dice el vicepresidente de ICL, Anat Tal, en su oficina de Beersheva, en el sur de Israel.
«Tienes tres minutos para escapar. ¿Qué haces? ¡Correr!», se responde.
«Ahora imagina que el tiempo para escapar es entre cinco o diez veces mayor, porque tu televisión lleva un retardante de llama bromado».

El fuego es una reacción química por la que la alta temperatura hace que el combustible se mezcle con el oxígeno en el aire. En el proceso, desprende calor.
El bromo detiene esta reacción química, porque es tan reactivo que se superpone al oxígeno y se enlaza con el combustible, volviéndolo inerte. Los retardantes de llama bromados aparecen en lugares sorprendentes. La empresa de Tal los utiliza en una serie de productos como placas de televisiones y computadoras, relleno de almohada ininflamable o ladrillos de poliestireno azul que se utilizan para aislar casas. Entonces, ¿cuál es el problema de estos productos?
Cuando entran en el cuerpo
Tomemos por ejemplo los PBDEs, que fueron muy utilizados (ya no) para evitar el derretimiento de algunos materiales.
«Son bastante peligrosos si entran en el cuerpo humano», explica la analista Laura Syrett, de Industrial Minerals.
«Puede provocar cáncer, desórdenes del desarrollo y problemas de tiroides», le dice a la BBC. Respecto a los HBCDs, se prevé que la UE los prohíba el próximo año, después de que un estudio académico del 2012 en Texas encontrara que pequeñas cantidades de este compuesto en algunas comidas de supermercado.
Los retardantes, por su lado, son moléculas orgánicas que tardan años en descomponerse. Y, aunque están atrapados en plásticos y otros materiales, cuando se liberan entran en la cadena alimenticia y los grandes predadores -como los humanos- tienen mayor riesgo de ir acumulándolos en el cuerpo.
Esto es un problema que la industria química no puede evitar: suelen pasar muchos años hasta que se conocen los riesgos a largo plazo inherentes a un producto determinado.
Pero salvan vidas
Al mismo tiempo, también es importante poner estos riesgos en perspectiva. Hasta ahora no se han conocido casos en los que los retardantes hayan causado importantes problemas de salud. La razón para prohibirlos es el riesgo potencial que suponen.

Y sin duda, estos productos han salvado a gente del riesgo de morir quemados en sus propias casas. Pero para Laura Syrett el problema de la industria es la «quimifobia». Como ejemplo, pone el aceite vegetal bromado, que se añadía con frecuencia a las bebidas emulsificadas como la Fanta y el Gatorade. Sin este aceite, el color naranja se hundiría hasta el fondo de la botella. Algo similar le sucedería al sabor.
Pruebas científicas
En 2013 Buzzfeed publicó un artículo titulado «8 alimentos que comemos en Estados Unidos y están prohibidos en otros países».
La lista incluía el aceite vegetal bromado, prohibido en la Unión Europea y en Japón pues, según el artículo, «está vinculado con daños importantes a los órganos, defectos de nacimiento, problemas de crecimiento, esquizofrenia y pérdida auditiva». Pepsi y Coca Cola insistieron que el aceite era seguro.

Pero una petición en Change.org consiguió 200.000 firmas y ambas compañías han dejado de utilizar el compuesto.
¿Tenía la campaña en contra de este aceite una base racional?
El bloguero experto en química Derek Lowe apunta que las pocas personas que reportaron problemas de salud (ninguno como los relatados por Buzzfeed) consumían mucha cantidad de esas bebidas: entre dos y cuatro litros al día. Otro caso polémico, según Laura Syrett, está relacionado con el fracking.
En 2011, en los exámenes realizados a pozos de agua potable en Pennsylvania se encontraron mayores niveles de sales de bromo en un depósito de gas de esquisto a causa de esta actividad. Las sales de bromo se utilizan ampliamente en las perforaciones de petróleo y gas.
Al estar cerca del final de la tabla periódica, los átomos de bromo son pesados. Si sus sales se disuelven en agua se consigue una pesada salmuera que se puede utilizar para estabilizar pozos de alta presión para evitar que se derrumben. Pero las pruebas que se sacaron del depósito de gas de esquisto estaban mal hechas y resultó que los elevados niveles de bromo se habían encontrado en sólo un pozo, no en los siete de los que se habló en un principio.
Con un solo caso es difícil establecer una relación causal, sugiere Syrett.
Mala publicidad
En ICL, Anat Tal protesta contra las informaciones de los medios y las organizaciones no gubernamentales que «casi todos los días», publican «todo tipo de cosas que no han sido probadas científicamente». Mientras, dice, los turistas van y se bañan en el Mar Muerto, que tiene la mayor concentración de bromo del mundo (0,5%), por sus sales minerales «saludables».
Las críticas escuecen en una empresa que cree que, de hecho, está haciendo algo bueno para el mundo.

Además de los retardantes del fuego, uno de los nuevos usos más importantes del bromo es la captura de mercurio que se desprende de la quema de carbón en las plantas de energía, algo que ayuda a detener la emisión de un metal venenoso a la atmósfera. Tal lamenta: «La industria del bromo no se ha publicitado muy bien, no ha educado a la gente sobre el hecho de que hay productos químicos que salvan vidas y garantizan la seguridad».
Desde luego, no ayuda que muchos de los compuestos tengan nombres tan largos y que suenan tan raro.
Por explicarlo de otra forma, ¿usted bebería un café que tuviera 3,7-dihidro-1,3,7-trimetil-1H-purina-2,6-diona, es decir, cafeína?
Fuente : Página Web de BBC Mundo